domingo, 3 de septiembre de 2023

Hch007 - Iglesia de Jerusalén - Curación de un paralítico e inicio del segundo discurso de San Pedro (parte 1 de 2) Hch 3,1-13

 Invocación al Espíritu Santo: 

Entremos en la presencia del Señor 

(hacer la señal de la cruz)

¡Espíritu Santo! con tu fortaleza lleva mi corazón ante Ti, y dame caridad con temor. Jesucristo líbrame de todo mal pensamiento, enciéndeme e inflámame de tu dulcísimo amor, para que toda pena me parezca ligera. Santo Padre nuestro y dulce Señor nuestro, sé mi ayuda en esta actividad, Cristo Amor, Cristo Amor, Amén. 

(oración Santa Catalina de Siena)

Lectura orante de la Palabra: 

Del libro de los Hechos de los Apóstoles.

 (Se debe leer pausadamente al menos dos veces, de ser posible por diferentes lectores)

 "1 En una ocasión, Pedro y Juan subían al Templo para la oración de la tarde.

2 Allí encontraron a un paralítico de nacimiento, que ponían diariamente junto a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», para pedir limosna a los que entraban.

3 Cuando él vio a Pedro y a Juan entrar en el Templo, les pidió una limosna.

4 Entonces Pedro, fijando la mirada en él, lo mismo que Juan, le dijo: «Míranos».

5 El hombre los miró fijamente esperando que le dieran algo.

6 Pedro le dijo: «No tengo plata ni oro, pero te doy lo que tengo: en el nombre de Jesucristo de Nazaret, levántate y camina».

7 Y tomándolo de la mano derecha, lo levantó; de inmediato, se le fortalecieron los pies y los tobillos.

8 Dando un salto, se puso de pie y comenzó a caminar; y entró con ellos en el Templo, caminando, saltando y glorificando a Dios.

9 Toda la gente lo vio caminar y alabar a Dios.

10 Reconocieron que era el mendigo que pedía limosna sentado a la puerta del Templo llamada «la Hermosa», y quedaron asombrados y llenos de admiración por lo que le había sucedido.

11 Como él no soltaba a Pedro y a Juan, todo el pueblo, lleno de asombro, corrió hacia ellos, que estaban en el pórtico de Salomón.

12 Al ver esto, Pedro dijo al pueblo: «Israelitas, ¿de qué se asombran? ¿Por qué nos miran así, como si fuera por nuestro poder o por nuestra santidad, que hemos hecho caminar a este hombre?

13 El Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, el Dios de nuestros padres, glorificó a su servidor Jesús, a quien ustedes entregaron, renegando de él delante de Pilato, cuando este había resuelto ponerlo en libertad.

- Palabra de Dios. 

 Hechos 3,1-13 (Biblia El libro del Pueblo de Dios - Traducción argentina - CEA 1990)

R: - Te alabamos Señor.

Estructura del texto: 

  • Curación de un paralítico de nacimiento 3,1-10
  • Pedro habla a la muchedumbre (II Discurso de San Pedro) 3,12-13

Contexto:

(De ser posible túrnense cada punto con diferentes lectores, para que todos participen)

  • “San Lucas menciona con frecuencia en su Evangelio la admiración y la alabanza ante las maravillas de Cristo, y las subraya también respecto a las acciones del Espíritu Santo que son los hechos de los apóstoles: la comunidad de Jerusalén (cf. Hch. 2,47), el tullido curado por Pedro y Juan (cf. Hch. 3,9), la muchedumbre que glorificaba a Dios por ello (cf. Hch. 4,21), y los gentiles de Pisidia que "se alegraron y se pusieron a glorificar la Palabra del Señor" (Hch. 13,48).” (CEC 2640)
  • “Al igual que los Apóstoles Pedro y Juan cuando subían al templo para orar, así también yo tengo que deciros que no traigo “oro ni plata” (Hch 3,6), pero vengo en nombre de Jesucristo a anunciaros el amor de predilección del Padre, que ha querido revelar la esperanza del reino a los pobres, a los sencillos de corazón, a los que abren sus puertas al Señor y no desdeñan su mano misericordiosa. Conozco vuestros sufrimientos, y vuestro clamor de esperanza ha llegado a mis oídos. Por eso, como mensajero del Evangelio os animo a buscar en Jesucristo la anhelada paz.” (Homilía San Juan Pablo II en Santiago de Chile jueves 2 de abril de 1987)
  • “«No tengo plata ni oro; pero lo que tengo, te lo doy: en nombre de Jesucristo, el Nazareno, camina» (Hch 3,6). Con estas palabras los apóstoles Pedro y Juan respondieron a la petición del tullido. Le dieron el mayor bien que hubiera podido desear. Al ser pobres, le dieron al pobre la mayor riqueza: en el nombre de Cristo le devolvieron la salud. De esa manera proclamaron la verdad que han anunciado los confesores de Cristo a lo largo de todas las generaciones. Los pobres de espíritu, sin poseer ni plata ni oro, gracias a Cristo tienen un poder mayor que el que pueden dar todas las riquezas del mundo.  De verdad, son felices y bienaventurados, porque a ellos les pertenece el reino de los cielos.” (Homilía de San Juan Pablo II – Viaje apostólico a Polonia – martes 8 de junio de 1999).
  • Comentario de San Juan Crisóstomo sobre el texto de Mt 26,30-35 (Pedro dijo: “Aunque tenga que morir contigo yo no te negaré”) Opino que San Pedro dijo aquellas palabras por ambición y por jactancia, y por eso cayó. Porque ya en la cena disputaban cuál de ellos sería el mayor; tal alucinación les producía ya el vano deseo de gloria y Jesucristo, deseando librarle de estas pasiones le retiró su auxilio. Véase cómo, aleccionado por esto, habla a Cristo con mayor humildad después de la resurrección y no vuelve a replicarle. Todo esto lo perfeccionó aquella caída. Pues antes, todo se lo atribuía a sí mismo, habiendo debido decir más bien: yo no te negaré si me ayudas con tu favor. Por el contrario, manifiesta después que todo debe atribuirse a Dios: "¿por qué os fijáis en nosotros, dice, (Hch 3) como si hubiésemos hecho andar a éste en virtud de nuestro propio mérito?". He aquí, por tanto, la gran lección que se nos da, a saber, la insuficiencia del humano deseo destituido o privado del auxilio divino. 

Meditar: 

Entramos en la meditación de lo leído, escuchemos las siguientes preguntas y después de un momento de silencio compartamos en comunidad. 

(Iniciar con un momento de silencio para que cada miembro de la comunidad descubra lo que le motiva en el corazón las siguientes preguntas y lo anteriormente leído, y compartirlo en comunidad)

  • ¿Qué te llama la atención del texto?
  • ¿Qué preguntas hace resonar el texto en tu corazón?
  • ¿mencionas o recuerdas frecuentemente con admiración las maravillas que Dios ha hecho en tu vida?
  • ¿Le das el mérito a Dios de todos tus bienes y del bien que puedes hacer a otros?

Orar: 

Entramos en oración, éste es el espacio para responder a la Palabra de Dios, para agradecer, pedir, discernir lo escuchado en el corazón, y dirigirse directamente al Padre Eterno en el nombre de Jesús que cumple, en medio de nosotros, lo que dijo en el Evangelio según San Mateo:  "donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos" (Mt 18,20). 

(Se promueve la participación de cada miembro de la comunidad en oración personal, la comunidad se unirá con un "te lo pedimos Señor" o "te damos gracias, Señor")

Al finalizar todos de compartir su oración, el animador de la comunidad dirá: Oremos confiadamente al Padre la oración que Jesús enseñó a sus Apóstoles:
  • Padre Nuestro ...
  • Dios te Salve María ...
  • Gloria ...

Contemplar: 
Antes de terminar respondamos íntimamente estas preguntas.
¿Qué mirada nueva provoca en mí el texto?
¿Con cuál palabra o frase me quedaría para llevarla conmigo durante la semana?
¿Qué compromiso despierta en mí esta lectura?

Hacer vida la palabra

Durante ésta semana esforcémonos por hacer una verdadera penitencia interior, una reorientación radical de toda la vida, un retorno a la conversión a Dios con todo nuestro corazón, rompiendo con el pecado, detestando el mal y al mismo tiempo alimentando el deseo y la resolución de cambiar de vida, con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su Gracia.